viernes, 23 de enero de 2015

Diario: Los Simpson. Temporada 1, capítulo 10. "La correría de Homero"


Ahora que ya elegimos a los nominados del Springfield Pride Award y las encuestas comenzaron, el blog vuelve a retomar su ritmo normal, y también retomamos todas las cosas que quedaron pendientes, entre ellas, los diarios. Ahora que volvemos con la familia amarilla, luego del espectacular capítulo 9, ahora tenemos un episodio que claramente no puede superar a su predecesor, pero no por eso no es bueno, al contrario. Nuevamente, Los Simpson nos traen una historia divertida, con un final conmovedor y una moraleja importante. Justo lo que siempre espero de esta serie, así que sin más retrasos, comencemos.

(A partir de aquí, SPOILERS)


La moraleja que nos queda en este capítulo es clara: que las mujeres no son un objeto, y aunque la mayoría de los hombres en lo primero que pensamos al ver una mujer es placer (Ya saben de que hablo), las mujeres no son un objeto. Como bien dice Marge en este capítulo, "Son personas con pensamientos y sentimientos" lo cual es totalmente cierto, pero muchas veces se nos olvida, y aquí este capítulo tiene como objetivo recordarnoslo.
La historia empieza con Bart, como siempre haciendo de las suyas, molestando a todo el mundo, y que en esta ocasión compra una cámara espía para poder sacarle fotos a las personas en los momentos que menos desean. Una noche, Homero tiene una "reunión formal", que en realidad es una despedida de soltero, y Marge sale con los niños a cenar al mismo restaurante en donde está la fiesta de Homero. Accidentalmente Bart descubre a su padre, que estaba celebrando con una hermosa y sensual bailarina, y el chico no tiene mejor idea que sacarles una foto. Es aquí cuando comienzan los problemas: Bart le pasa la foto a Milhouse, Milhouse a otro chico, ese chico a otros, el padre de un niño encuentra la foto, le avisa a sus amigos, y bueno ya saben, así sigue continuamente hasta que todo Springfield ve la foto: los amigos de Homero, el Reverendo Alegría, el Señor Burns, y hasta Marge. Obviamente, cuando esto pasa, todo le sale mal a Homero. Por un lado se hace famoso en la ciudad y hay gente que lo felicidad por ser un ganador, pero también tiene que lidiar con los regaños del Señor Burns (Con un giro inesperado de lo más divertido), y por supuesto, Marge lo echa de la casa.



Una vez que pareciera que nada puede salir peor, Homero trata de redimirse, conseguir el perdón de Marge, y para eso tendrá que enseñarle a Bart la valiosa lección que antes mencioné. Si bien el chico ya tiene importancia en la historia porque fue el que empezó con todo el problema, en el tercer acto del episodio se convierte en una parte clave de la trama, debido a que Marge le pide a Homero que le enseñe que las mujeres no son objetos, no son nada más un cuerpo hermoso, son mucho más, y para eso tiene presentarle a la bailarina, para que el chico vea por si mismo como es ella realmente, y esto nos lleva a una conclusión que no podría ser más perfecta: Homero en el escenario de un club, bailando con mujeres hermosas, porque ya es una leyenda, un fiestero en toda regla para las personas de allí, pero ve a su hijo, y se manda un discurso emotivo que hace que todos los presente, y el espectador, reflexionen. Marge se pone a llorar, lo abraza y lo besa, y Bart aprende la lección (O al menos eso pensamos). 
Bueno, como podrá ver, es un gran capítulo. Simple, eso si, pero pese a que la historia no es nada de otro mundo, los guionistas son tan brillantes que hacen que el episodio se pase en un suspiro y sea puro disfrute. No es perfecto ni uno de los mejores de la serie, pero eso no le quita mérito ¿El siguiente capítulo que veremos? Intercambio cultural. Hasta entonces, déjenme sus opiniones de este episodio. Nos vemos!

NOTA: 8/10

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